Datos personales

Me gusta parecer sencilla aunque después tenga debilidad por lo imposible. Soy una fanática del mar al amanecer y anochecer; y de las cabezas despeinadas. Cotilla por naturaleza. Impulsiva en los momentos inoportunos. Me encanta obsesionarme con cosas invisibles. Me gusta regalar sonrisas sin pedir nada a cambio. Me apasiona tropezar con una misma piedra dos veces, pues a la tercera va la vencida. Soy de las que piensa que querer no siempre es poder, pero que rectificar es de sabios. El chocolate y los pañuelos al cuello son imprescindibles en mi vida, aunque no creo en lo imprescindible. Mi canción favorita es el ruido de las olas; y mi película, nuestra historia. Mi actriz favorita es mi madre, siempre hace un papelón. Y mi comida favorita son tus besos. Soy de beber agua más que lágrimas, y de respirar aire más que sarcasmo. Mi punto débil es la oscuridad y el fuerte es soñar. La ironía va conmigo de vez en cuando aunque mis mejores herramientas son las indirectas. Mi segundo paraíso es Londres, el primero es Málaga. Mi primer plato siempre será el mismo que el segundo, y lo mejor lo dejo para el final. Tengo la mala costumbre de enamorarme y la buena de mirar a los ojos...

viernes, 30 de marzo de 2012

Hay momentos en la vida en que una sola decisión, en un solo instante, cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides disparar a alguien. Cuando decides quererlo o no quererlo. Cuando decides tirar para adelante. Cuando decides mentir, traicionar, ocultar... O cruzar la línea. Esa décima de segundo podrá hacer girar todo al lado oscuro o inundarlo de luz.  Podrá hacer de ti un héroe o un criminal. Podrá llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver atrás.

martes, 27 de marzo de 2012

Un día te pregunté: Si pudieras pedir un deseo, ¿qué es, sinceramente, lo que pedirías?
Me sonreiste y por un momento pensé que me ibas a gastar una broma de esas tuyas en las que dices algo tonto y luego me haces cosquillas, cosa que sueles hacer cuando no quieres contestar a esas preguntas mías que te parecen una tontería, porque crees que ya sé la respuesta.
Esta vez fue diferente. Me cogiste y me llevaste a la cama con delicadeza. Empezamos a besarnos tiernamente. Me desnudaste y yo a tí también. Nos mirábamos y nos derretíamos segundos después. Yo ya sabía que íbamos a hacer el amor... Comenzamos a hacerlo como si fuera la primera vez, me encantó esa experiencia, tanto como cada vez que lo hacíamos así...
- Esto- dijiste.
-¿Qué? - pregunté.
A mí ya se me había olvidado completamente la pregunta que te había formulado hacía rato.
- Esto es lo que pediría: que cada vez que hiciéramos el amor, fuera tal y como lo hemos hecho ahora, como la primera vez.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Me gusta cuando me pongo a recordar el principio. Y me ayudas a recordarlo de forma limpia, evitando las lagunillas. Resaltando sólo lo mejor de tooooodo ese tiempo. Y me gusta que sea importante para tí, porque para mí lo fue y lo sigue siendo. Me gusta que me hagas reir repitiendo una sola palabra una y otra vez, hasta que me duela la cabeza de escucharte.

Me gusta que me repliques a todos mis consejos de madre, y que me ayudes a pensar las cosas como si se tratase de un filósofo personal. Me gusta que te quedes dormido cogido a mi mano, y a mi cintura. Y cuando me despiertas una y otra vez con tus sobresaltos y tus conversaciones sin sentido a media noche. Me gusta cuando nos enfadamos un poquito, y poder así usar nuestro truco para desenfadarnos, y olvidar el motivo haciéndonos cosquillas hasta que uno de los dos se parte algún hueso. Me gusta cuando te dejas observar con los ojos cerrados y una inocente sonrisa. Y también cuando me miras, y haces como si no me estuviera dando cuenta. Me gusta que te resistas, y que saques la lengua cada vez que te mosqueas y me odias un poquito por ser tan pesada. Me gusta cuando te vuelves torpe perdido y tengo que andar detrás tuya ayudándote en cada movimiento. Me gusta enseñarte a decir "por favor" y que me enseñes a conducir por la derecha. Me gusta llegar a casa y que toda mi ropa huela a tí. Me gusta cuando cuentas conmigo para todo, incluso sin haberme preguntado.

Me gusta que te rías de mis palabrejas y que te dejes corregir por mi insoportable alma de filóloga. Me gusta tu forma de pronunciar piropos, y tu cara cada vez que te digo lo muchísimo que te quiero. Y me gusta saber que me quedan muchas cosas por descubrir que me gustarán.

martes, 6 de marzo de 2012

Hay veces que tengo que contener la respiración para no gritarle lo mucho que le quiero, y se lo digo en voz baja. Hay veces que incluso tiemblo, me pongo nerviosa cuando me mira y sonrío. Muchas otras veces me pongo tonta, porque soy muy cabezota y siempre quiero llevar la razón, pero él me mira y pierdo todas mis razones. Normalmente me escondo entre carcajadas porque no sé cómo decirle lo feliz que soy desde que él está conmigo. Realmente aún no comprendo cómo una persona puede volverme loca, no lo entiendo, nunca antes me había pasado algo así, porque de alguna forma u otra, no sé cómo, pero mi estado de ánimo depende de él. Si el sonríe, a mí también se me escapará una sonrisa, y si el llora no dejaría que llorase, lloraría por él. Porque es irremediable este sentimiento que cada día se hace más grande, porque día a día, demuestro que le quiero más de lo que él piensa... O al menos lo intento, simples gestos, miradas, caricias. Roces de cara que te llevan a las nubes, y besos en el cuello que te hacen tiritar.