Datos personales

Me gusta parecer sencilla aunque después tenga debilidad por lo imposible. Soy una fanática del mar al amanecer y anochecer; y de las cabezas despeinadas. Cotilla por naturaleza. Impulsiva en los momentos inoportunos. Me encanta obsesionarme con cosas invisibles. Me gusta regalar sonrisas sin pedir nada a cambio. Me apasiona tropezar con una misma piedra dos veces, pues a la tercera va la vencida. Soy de las que piensa que querer no siempre es poder, pero que rectificar es de sabios. El chocolate y los pañuelos al cuello son imprescindibles en mi vida, aunque no creo en lo imprescindible. Mi canción favorita es el ruido de las olas; y mi película, nuestra historia. Mi actriz favorita es mi madre, siempre hace un papelón. Y mi comida favorita son tus besos. Soy de beber agua más que lágrimas, y de respirar aire más que sarcasmo. Mi punto débil es la oscuridad y el fuerte es soñar. La ironía va conmigo de vez en cuando aunque mis mejores herramientas son las indirectas. Mi segundo paraíso es Londres, el primero es Málaga. Mi primer plato siempre será el mismo que el segundo, y lo mejor lo dejo para el final. Tengo la mala costumbre de enamorarme y la buena de mirar a los ojos...

martes, 3 de marzo de 2015

Tengo muchas más sombras que luces...

Y de repente explota. Tsunami de emociones. Ya que había descubierto otros colores, olfateado otros sabores. Dicen que quien busca encuentra y que quien lo sigue lo consigue y tú, hoy, lo has conseguido. O más bien lo he hecho yo solita. Tú nunca haces nada.

Ese big bang de sentimientos, esa caída libre al corazón, o esa descarga eléctrica en tu mente. Según como se mire. Según si estás en la calle o en casa. Según si te tomaste o no ese café que te hace olvidar lo dulce que es a veces la vida. Y es que a veces prefiero quedarme con ese último sabor, dejar de imaginar que algo de aquí puede salir bien.

Luego están las vecinas, que un día de estos me cargo a alguna de ellas. Y eso que la mayoría de ellas hablan demasiado sólo cuando yo se lo pido. Me hacen creer que conocen mejor a mi corazón que yo misma, una locura, tan cierta a veces que me asusto. Lo tengo tan consentido...

Total, que en plena faena has llegado tú, justo a tiempo. Para abrir mi mente y cerrar el grifo, al fin. Ahora que parecía haber olvidado cómo se sentían esas gotas ácidas, ese coraje incomprensible. Una mala época, una mala hora, una mala excusa. Un mal momento para no levantar la cabeza y salir del cascarón. Así que allá vamos.